Cuentos de Libélula

El recorrido entre la neblina, el sonido del automotor veloz, que con su luz alumbra el sendero del placer, acompañado del sabor en los labios del vino, que con anterioridad saborearon nuestro labios, que ahora desean encontrarse.

Tus manos recorren lentamente mi cuerpo, tus movimientos al compás de la música, tu mirada penetrante, tus respiraciones en mi cuello, erizan cada vello de mi ser, estremeciendo cada hebra de placer, haciendo que mi cuerpo se abalancé sobre ti, pero tu con calma me haces respirar, inhalar el ambiente, todo, a ti, y volver a empezar.

La creatividad de tus peticiones, acelera la humedad, deseando cada vez más, y con la misma rapidez con que cada papila gustativa hace click con los poros de mi piel, mis respiraciones aumentan, deseando que te acerques, aunque la espera enloquece, mis cabellos lo sufren, mis manos apretando los costados, apretando tu ser, te hacen estremecer.

Sonrío, no me río, solo sonrío, porque este coqueteo excitante, me tiene en trance. Tu me vas a enloquecer, muévete frente a mi, me encanta verte sonreír, abre tus ojos, mírame otra vez, sigue tu recorrido, cada segundo parece una eternidad, este viaje no va a parar.

Déjame sentirte, siente el calor que generas, esas miradas que fulminan, esas respiraciones que derriten y cada coqueteo que hace alborotar, cada hormona adolescente que en mi cuerpo se ha de albergar. No te detengas, sigue provocando, cuando esa energía se cultiva, crece más y más, esto, que emerge del centro de mi ser, que crece ante tu mirada entre abierta, que me dice que estas allí, a mi lado, que no hay que temer. Dame un poco más, estoy aquí, toma todo lo que hay.